Los imanes: Esos pequeños artefactos con los que jugábamos de pequeños pegándolos y despegándolos en la nevera de casa, de los abuelos, de los vecinos, de los padres de nuestros amigos… Como pasa casi siempre, acostumbrados a verlos a nuestro alrededor apenas nos paramos a pensar en ellos ni les damos la menor importancia.

Las cualidades tan atípicas que presentan estos materiales se deben a que son capaces de producir un campo magnético exterior y atraer al hierro, al cobalto, al níquel, y a ciertas aleaciones de estos metales. Además pueden ser naturales, como la magnetita o “piedra imán” (Fe3O4), o artificiales.

 

En cualquier caso, la realidad es que el magnetismo se descubrió hace ya muchos siglos. Hay incluso leyendas que cuentan y exageran sus efectos de atracción. Sin embargo, hoy en día y gracias a la ciencia moderna, estos materiales se han convertido en el punto de mira para numerosas aplicaciones tecnológicas. Así, hace menos de un mes acaba de publicarse en Physical Review B un artículo fruto de una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que demuestra que los cristales sintéticos de magnetita conservan su orden ferrimagnético con tan sólo un nanómetro de espesor (10^-9m) hasta temperaturas de al menos 200 ºC.

 Este hallazgo podría ser muy prometedor en campos como la espintrónica, área tecnológica englobada dentro de la nanotecnología, considerada la alternativa a la electrónica convencional. Según ésta, los datos informáticos se codifican en un sistema binario de unos y ceros dependiendo de si los electrones circulan o no dentro del material. La espintrónica no solo tiene esto en cuenta, sino además el momento de espín del electrón (su rotación). De esta forma, podrían almacenarse y transferirse el doble de datos por electrón según si giran en un sentido u otro.

 

Esta nueva tecnología utiliza semiconductores magnéticos para explotar estas propiedades y avanzar en la búsqueda de dispositivos de almacenamiento masivo de información. Según Juan de la Figuera, investigador del CSIC y líder del estudio, “para el uso de magnetita en nanoestructuras se requiere que ésta sea capaz de mantener su imanación de forma estable en capas muy finas”. El artículo añade que “podría tratarse del imán (óxido de hierro imantado) más delgado estudiado hasta la fecha”. Así, no es de extrañar que este trabajo haya sido seleccionado por la revista cómo uno de los más relevantes de su último número.

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