Cuando hablamos de los tipos de imanes nos referimos a aquellos materiales que tienen la capacidad de atraer materiales como el hierro, níquel, o incluso cobalto. Además de esto, el imán puede producir campos magnéticos exteriores, que es donde se percibe su capacidad de atraer a otros elementos. Todo imán está compuesto por dos polos, que son denominados Norte y Sur. En ellos es donde la atracción se genera con mayor potencia. Se debe tener en cuenta que los polos opuestos se atraen mientras que los que son iguales se repelen.

Los imanes cuentan además con una línea neutral que es aquella que actúa como aislante de las áreas polarizadas y se ubica en la superficie del elemento. Por último, el eje magnético es otra parte básica de los imanes. Esta, a diferencia de la neutral, es la que logra mantener unidos a ambos polos. Es un elemento sumamente utilizado en la sociedad gracias a sus propiedades. Entre otras cosas, son un componente esencial en las tarjetas de crédito, altoparlantes, brújulas, motores de vehículos, discos duros, llaves codificadas, auriculares, imágenes de resonancias magnéticas, generadores, detectores de metal, puertas de heladeras e incluso para fabricar adornos

Se pueden identificar los siguientes tipos o clases de imanes:

De alnico: están compuestos por cobalto, níquel y aluminio, los cuales se fusionan tomando distintas proporciones de cada uno. Los imanes de alnico se caracterizan por ser muy económicos, aunque presentan la desventaja de contar con una atracción bastante débil. Otra ventaja  que presentan estos elementos es que frente a temperaturas muy altas, presentan un buen comportamiento. El  nombre de este elemento proviene justamente de la combinación de sus tres componentes AL por aluminio, NI por níquel y CO por cobalto.

Moldeados por inyección: esta clase de imanes se caracteriza por tener rasgos muy similares a los materiales compuestos por plástico. Para poder ser moldeados, los especialistas recurren a polvos magnéticos así como también de resina.

Flexibles: como su nombre indica, estos imanes son sumamente flexibles, puesto a que están compuestos por estroncio y hierro, junto con materiales como PVC o caucho. Estos imanes están compuestos por bandas angostas, algunas de ellas contienen polos Norte y otras, polos Sur, por lo que se las coloca de forma alternada. Esto genera que, si bien su campo magnético cuenta con cierta intensidad, este tiene corto alcance.

Cerámicos: debido a su color y apariencia, estos son semejantes a la porcelana, puesto que son grises y alisados. De todas formas, se los denomina de esta forma debido a sus propiedades físicas. Se caracterizan por ser sumamente frágiles, a tal punto que pueden partirse si son atraídos por otro imán. Para fabricarlos, se utilizan partículas de hierro, a los que, por medio de tratamientos especiales se los convierte en aglomerados. En algunos casos, los especialistas recurren al estroncio o bario para su fabricación.

Súper – imanes: este material, también conformado de forma artificial, están compuestos por bobinas que a bajas temperaturas se enfrían ya que son hechas con bobinas de aleaciones metálicas que actúan como súper-conductores, de allí su nombre.

De tierras raras: a pesar de su tamaño reducido, estos cuentan con una potencia que en algunos casos es hasta diez veces superior a la de otros imanes. Estos están compuestos por boro, hierro y neodimio, de allí sus rasgos metálicos. Por su fragilidad y tendencia a oxidarse, son recubiertos con una capa de barniz, cinc o níquel. Gracias a su potencia, también son muy utilizados para desmagnetizar y magnetizar a otros imanes. Según el material químico que los componga, estos imanes se suelen dividir en dos grupos. Por un lado se identifican los de neodimio, que son aquellos materiales compuestos por níquel, hierro y neodimio. Se caracterizan por oxidarse con extrema facilidad y por ser muy económicos. Por otro lado, se habla del grupo de imanes de samario cobalto. A diferencia de los anteriores, estos no se oxidan con tanta facilidad, lo que los vuelve un producto mucho más costoso.

De acuerdo al origen que tengan, los imanes pueden ser clasificados en:

Imanes Naturales: son los que se hallan en el suelo terrestre, de forma natural, sin que haya intervenido la mano del hombre, de allí su nombre. Estos elementos tienen la capacidad de atraer al hierro. Los imanes naturales están compuestos por óxido de hierro natural, que es aquello que le otorga su propiedad magnética.

Imanes Artificiales: estos, en cambio, son producto da elaboración del hombre, a partir de la aleación de diferentes metales. También conocidos bajo el nombre de materiales ferromagnéticos, por su combinación de hierro con otros metales, estos pueden ser imantados a través de corrientes eléctricas o bien, al friccionarlo con otros imanes. Esto hace que su imantación sea adquirida de forma artificial.

De acuerdo a sus capacidades magnéticas, los imanes pueden ser clasificados en:

Temporales: poseen sus propiedades magnéticas por períodos de tiempo extremadamente cortos. Esto sucede a pesar de que deben ser sometidos a procesos de imantación sumamente prolongados. Estas características son propias de metales como el hierro dulce e incluso del aluminio. Por supuesto que, imanes como estos son siempre artificiales, puesto que carecen de magnetita, que es aquel mineral que cuenta con propiedades magnéticas de forma natural.

Permanentes: imanes de este tipo, en cambio, son aquellos que están compuestos por minerales que poseen propiedades magnéticas de forma natural, tal como sucede con la magnetita. Esto hace que su capacidad de atraer otros metales duren períodos de tiempo sumamente extensos, aún si no se encuentran influenciados por ningún campo inductor. Suelen estar compuestos por aleaciones, las cuales pueden variar de acuerdo al uso que se le quiera dar. Las más comunes suelen ser: tungsteno – acero; acero – cobalto; titanio – acero, o incluso, aluminio – hierro – níquel – cobalto.

Fuente: Tipos.co

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